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viernes, 13 de julio de 2012

Especial Pablo Neruda


Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto adoptó el nombre Pablo Neruda en homenaje al poeta checo Jan Neruda.

Pablo Neruda nació Parral, Chile, el 12 de julio de 1904. Es considerado uno de los mayores poetas de las letras hispanas del siglo XX y recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 1971.

Murió junto a la democracia de su país, el 23 de Septiembre de 1973, doce días después de que el General Augusto Pinochet instaurara en Chile una de las dictaduras más sangrientas que hayan azotado la región.

El Tren de las Seis le rindió homenaje al poeta de Chile el día de su cumpleaños:


 


Odas Elementales

En 1954, Pablo Neruda publicó su libro Odas Elementales. Fue el primero de una serie de tres libros de odas en los que rinde culto a la más amplia diversidad de cosas, desde grandes escritores como Walt Whitman o Cesar Vallejo hasta el hígado, la naranja o la alcachofa; pasando por las Américas, Leningrado, el amor, el aire, la bicicleta, la edad, la papa o el diccionario.

De Odas Elementales es la "Oda a la Cebolla":

Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.

Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.

También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.

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