Todos los jueves de 18 a 20hs desde el Club Cultural Matienzo por RADIO COLMENA

domingo, 12 de febrero de 2012

Las fotos que no quería ver



Comencemos por hacernos una simple pregunta: ¿Para qué sirven las fotos? Una foto sirve para hacer imborrables distintos momentos de la vida cotidiana. Cuando miramos una foto, nos remontamos tiempo atrás, a ciertas situaciones que queremos recordar por siempre. Eso es lo lindo de conservar una foto. Pero cuando esa foto muestra el sufrimiento ajeno cambia totalmente la perspectiva y el mirarla reiteradas veces se vuelve un acto morboso. Eso pasó con Jazmín de Grazia, la modelo y periodista que fue encontrada muerta el domingo 5 de febrero, en su casa en Recoleta.



Indignación. Bronca. Tristeza, ¿por qué no? Impotencia. Vergüenza. Sí. Sobre todo, eso. Vergüenza. Todas esas sensaciones se me presentaron al mismo tiempo y se  mezclaron en mi cabeza cuando me desperté y me enteré que el conocido diario Crónica había publicado fotos inapropiadas y realmente crueles de la modelo (y me reservo más detalles, porque me parece cruel también rememorarlos, siendo que ya es probable que todos sepan en qué consistían esas fotos). ¿Qué necesidad había de publicar imágenes de tal magnitud? Ninguna. Esas fotos no aportaban ninguna información nueva, ni nada que pudiera revelar algo desconocido para la investigación. Es claro que, a la hora de publicar, no pensaron desde lo racional, si no que pensaron con una calculadora en la cabeza. No repararon, siquiera dos segundos en la familia y amigos de Jazmín que no hace una semana perdieron a un ser querido y que, lejos de poder llevar el duelo en paz, se vieron forzados a revivir todo de nuevo, como una pesadilla transmitida en cadena por todos los medios de comunicación.


Pero no basta con realizar un reproche ético a la falta de escrúpulos con que trabaja este medio, tal cómo quedó evidenciado en numerosas oportunidades. También deberá investigarse a fondo cómo llegaron esas fotos a las manos del Diario Crónica. Ese material constituye una evidencia clave para la investigación de la muerte de Jazmín y debió haber permanecido en el expediente de la causa, bajo secreto de sumario. Por lo tanto, aquellos policías que lo debieron haber resguardado tienen una responsabilidad penal. Más aún, si, como afirmó en un comunicado el juez Ernesto Raúl Botto, a cargo de la instrucción de la causa, esas fotos “no han sido incorporadas” al expediente. Lo que indicaría que fueron sustraídas a la justicia. Por lo tanto, más allá del derecho del periodista a reservarse las fuentes de su información, deberá dar explicaciones, si hay indicios suficientes de que pudo haber tenido participación en un delito.


Por otra parte, las leyes también resguardan, al menos parcialmente, la privacidad y el honor de las personas. En este sentido, Crónica profanó el episodio de mayor intimidad en la vida de cualquier individuo, que es su muerte. Ya la Editorial Atlántida tuvo que responder ante la justicia por publicar, en la Revista Gente, imágenes del dirigente radical Ricardo Balbín en terapia intensiva durante su agonía. En el presente caso, Crónica no sólo exhibe imágenes de muy mal gusto, sino también, en el poco texto que acompañaba la publicación, realizó consideraciones sobre su vida personal sin mayor finalidad que acrecentar el morbo que alimenta. En esas pocas líneas dice que  por más impactante que sea, “también debe servir para concientizar”. ¿Para concientizar sobre qué? ¿Exponer y humillar a una persona de esta forma puede ser visto como un acto para generar conciencia?


Sin embargo, no solamente la “culpa” o la responsabilidad es del medio informativo, que de forma descarada publicó las fotos. Si no que también, en toda esta situación, entra en juego el morbo de la gente. Esas ganas desenfrenadas de ver algo cruel o el sufrimiento ajeno que, desgraciadamente, nos caracteriza a los seres humanos. Como bien explica la novelista Susan Sontag “se puede sentir curiosidad por mirar fotografías que registran grandes crueldades y crímenes, pero también se debería sentir la obligación de pensar en lo que implica mirarlas, en la capacidad efectiva de asimilar lo que muestran. Y eso es lo que no pasa. La curiosidad gana ante todo. Es totalmente indignante que esta edición del diario  haya vendido la cantidad de ejemplares que vendió. ¿Acaso de verdad nos deleitamos con el sufrimiento de los demás?    

No hay comentarios:

Publicar un comentario